retrato del artista argentino Roberto Aizenberg (Roberto, 1975) que lo  muestra sentado frente a una mesa, apoyando su mano sobre una esfera bruñida.  La coincidencia de pose y escenario con el óleo de Magritte El principio del placer (Retrato de Edward  James) de 1937, encuentra variaciones en algunos detalles como la piedra  que está en lugar del orbe. Pero la ligazón se refuerza cuando comprobamos que  existen fotografías de Man Ray con el mismo personaje en igual postura,  testimonio del espíritu colaborativo que existió en el grupo surrealista. Si  pensamos que el sujeto del retrato de Rivas es uno de los más destacados  representantes de nuestro surrealismo, podrá inferirse que el modelo subyacente  intenta erigirse en blasón mediante la cita de destacas obras de la tendencia,  al tiempo que la atmósfera metafísica en la que el fotógrafo sumió al retratado  coincide, en un todo, con la estética que Aizenberg desarrollaba con obsesiva  maestría en su propia obra.
								En 1978, otras fotografías en las que aparece el  pintor, realizadas durante su exilio europeo, tomaron nuevamente la obra de  Magritte como fuente de inspiración. Esta vez Rivas se basó en el retrato de  espaldas de Edward James Prohibida la reproducción. Sin embargo,  efectuó dos tomas, una semejante al cuadro del belga y otra de frente mostrando  el rostro de Aizenberg. Ambas sitúan al personaje delante de una incierta y  oscura diagonal indicadora de espacio y recortan el motivo sobre un plano  prácticamente blanco.