A través de estas esculturas realizadas con género mineralizado, Bedel ofrece una contundente imagen de la violencia: la ropa vacía de su contenido humano, en gesto de prisionero, maniatado y caído, aparece como secuencia, de modo cinético. Es una suerte de ejecución. Al tiempo la condición de vacíos de estos ropajes, metaforiza la cosificación, el despojo, la deshumanización.